Gracias.
Por hacerme revivir, por hacerme sentir, por hacerme ver de nuevo lo que ya mis ojos no pueden captar.
Gracias.
Por ayudarme a seguir, por recordarme de donde vengo y a donde he decidido ir.
Gracias.
Por contarme historias, por hacerme viajar, por meterme en mundos donde solo yo puedo llegar.
Gracias.
Imagenes que no se borran, momentos que no se olvidan, sitios que ninguna fotografia ha inmortalizado.
Sonrisas bellas, llantos dolorosos, feas riñas y orgasmos disfrutados.
Todo eso hay en ti, dulce compañera, amarga traidora...
Perdón.
Por no haberte cultivado, por dejar que te marchitaras en momentos que desearia revivir.
Perdón.
Por ignorarte, por haberte hecho culpable de motivos que solo yo fui causante.
Perdón.
Por no haber usado bien tu espacio, por haber amontonado escombros que solo estorban.
Perdón.
Entre desperdicios tanteo, me ensucio y encuentro lo que busco en cada momento, aunque a veces cueste.
Rodeado de lagunas donde nunca quise bañarme, de niebla que no me deja ver.
Te ruego, por lo que más quieras, que seas mi aliada, en lo bueno y en lo malo. En la salud y en la enfermedad.
Hasta que la muerte me haga vivir en la memoria de otros.
miércoles, 19 de marzo de 2008
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